Hace casi un año que escribí la última vez en este blog, en el que inicié hace varios años compartiendo lo que surgía en mi mente y corazón.
Hoy estoy casi concluyendo unas bitácoras de sesiones de coaching ontológico, con motivo de la certificación ante la ICF que por 20 años estuve anhelando realizar.
Un sueño muy deseado, hecho realidad.
La experiencia de este proceso inició en noviembre del año 2024, casi impulsivamente tomé la decisión, porque "todo se acomodó" a mi favor, excepto una situación: la tesis de la maestría en Recursos Humanos. Sin embargo, sentir que estaba avanzado con mucha lentitud y dificultad en la tesis, me impulsó también a decidir realizar el sueño anhelado.
¿Por qué era tan anhelado?
Porque conocía de qué se trataba.
En el año 2005 tuve la fortuna, la bendición, en un período de quiebre en mi vida, haber participado en el primer curso (intensivo) de coaching ontológico me dio el panorama completo y profundo de lo que abarca esta metodología, un viaje al ser... en realidad, al Ser.
Un camino, una puerta de entrada...
Quizá más adelante dedique un tiempo a escribir la experiencia con más detalle, aquella y ésta, creo que lo haré en algún momento, porque realmente han sido momentos significativos para mí.
Y hoy, especialmente que estoy terminando de escribir las bitácoras de las sesiones de una coachee, sus aprendizajes, son como tesoros de sabiduría que compartió conmigo, que resuenan en mi mente y corazón, que llenan de alegría, esperanza, paz... dicha y amor a mi ser... me conectan con el Ser.
¡Gracias a mis maestras de coaching, a mis compañeras, a mis coaches y coachees, gracias familia y amistades que han tenido paciencia por los tiempos que he dedicado a esta formación!
¡Gracias vida, gracias Dios!
Gracias a todas las personas involucradas en este bellísimo proceso de despertar... Y gracias a mí misma, por tomar esta gran decisión...
Con paz, con amor y con gratitud comparto contigo este bello momento de inspiración.
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